Eres de quien te salva del naufragio,
del nombre que las nubes te susurran,
a quien guardas las piedras y corazas
que en la arena has encontrado.
De quien deseas en este lugar
donde el tiempo pasa lento,
donde amaina el viento
y el cielo es más que solo azul.
Eres de quien está al otro lado del mar
cuya esencia te llega a barlovento,
donde nace tu voluntad de pertenecer,
de ser y amanecer.
De quien la paz te encrespa con los recuerdos
de sus atrevidos gestos y portentos,
que si morir fuera hoy, sería ahí,
surgido en su cuerpo, anclado a su voz.