Con los años me di cuenta que cada diecisiete de junio era un día gris, lluvioso y frío, de esos que la gente gusta, pero a mí me trae melancolía. Parecía durar más que el resto de los días, o eso me transmitía la ausencia de luz, a la luz de sus ojos me refiero.
Quería callar y convencerse que todo seguía igual, que nada pasó, pero ya era frecuente escuchar su risa en la habitación, y ver sus hoyuelos en el retrovisor. Imaginaba un mundo, que no era este… y en él se quedó. Merodeaba las sábanas llevada por su instinto, creía que la encontraría, pero todo había sido un sueño, un sueño en el que un día decidió quedarse.
No es la vida que quería, pero esta tampoco lo es. No escribió carta de despedida, ya no hubo tiempo.
Yo me despido por ellas, en nombre de un amor que no fue, pero supe que desde sus adentros era auténtico. Sin más palabras, con nudos en la garganta y un vacío en la voz. Deseo que en aquella vida tome tu mano y al fin la llames por su nombre.
Muy linda y triste esta prosa, Luz…Te invito a visitar mi reciente poema PREGUNTAS A MI PADRE…Un saludo en la distancia.
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Muchas gracias, Ingrid querida. Con gusto leeré tu poema y dejaré mi comentario ♥
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